LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN

LA COMEDIA NEOCLÁSICA

INTRODUCCIÓN

EL SÍ DE LAS NIÑAS

Esta obra es considerada un magnífico ejemplo de comedia neoclásica de buenas costumbres. Leandro Fernández de Moratín tenía concluida su redacción el 12 de julio del año 1801, como queda reflejado en su Diario. Fue publicada, dedicada a Godoy, en 1805.

    La obra se estrenó con un éxito sin precedentes en el teatro de la Cruz de Madrid en 1806. Se mantuvo en escena nada menos que veintiséis días consecutivos, lo que supuso un auténtico récord. Se llevó además por provincias. En ese mismo año se publicaron en la capital seis ediciones. En la Advertencia que precede a la obra, escrita también por el autor nos dice:

El sí de las niñas se representó en el teatro de la Cruz el día 24 de enero de 1806, y si puede dudarse cuál sea entre las comedias del autor la más estimable, no cabe duda en que ésta ha sido la que el público español recibió con mayores aplausos. Duraron sus primeras representaciones veinte y seis días consecutivos, hasta que llegada la cuaresma se cerraron los teatros como era costumbre.

Como vemos, se muestra muy orgulloso del éxito que tuvo entre el público, hasta el punto de haberse mantenido en cartel tantos días seguidos. También presume de las cuatro ediciones que fue necesario hacer para dar gusto al público, lo que evidentemente era excepcional a comienzos del XIX, sin otra publicidad que el boca a boca:
"Entretanto se repetían las ediciones de esta obra: cuatro se hicieron en Madrid durante el año de 1806, y todas fueron necesarias para satisfacer la común curiosidad de leerla."
También alude a las numerosas críticas que recibió y que él atribuye a aquellos que quieren impedir el triunfo de las luces sobre las tinieblas de la ignorancia, que lo llevaron ante el tribunal de la Inquisición, lo que hoy nos resulta sorprendente:
"la animosidad de los émulos del autor, ni el encono de los que resisten a toda ilustración y se obstinan en perpetuar las tinieblas de la ignorancia"
En cuanto al tiempo, marca muy claramente la hora de comienzo y de final de la acción, muy reducida, si se tiene en cuenta que podría haber alcanzado las veinticuatro horas. Esta condensación favorece la tensión dramática, y además tiene un significado simbólico, pues se desarrolla durante la noche (las tinieblas de la ignorancia) y finaliza con la la salida el sol (el triunfo de la luz de la razón).Y aprovecha para ensalzar la figura de Godoy, el Príncipe de la Paz, como protector de la obra:

"la tempestad que amenazaba se disipó a la presencia del Príncipe de la Paz; su respeto contuvo el furor de los ignorantes y malvados hipócritas que, no atreviéndose por entonces a moverse, remitieron su venganza para ocasión más favorable"
En lo que respecta a la técnica, la obra cumple con los preceptos neoclásicos: la unidad de lugar queda aclarada al comienzo (La escena es en una posada de Alcalá de Henares). Del espacio escénico se hace una breve descripción, que termina con un etc., lo que indica que no se trata de un lugar vacío, en el que el espectador tenga que imaginarse los objetos.

Sigue la relación de personajes, cuatro señores y tres criados. Es un número deliberadamente reducido que evita que se disperse la atención del público, siguiendo las normas neoclásicas. Incluso en las sucesivas escenas impedirá que se acumulen todos para que el mensaje llegue claramente a los espectadores. Se da así cumplimiento a uno de los preceptos de la poética neoclásica que se iba a convertir en constituyente de la comedia de buenas costumbres. Según este, para no complicar excesivamente la obra y no distraer la atención del espectador con agonistas superfluos de mínima intervención en el argumento y de exiguas funciones, era importante que en las piezas sólo incluyesen entre seis y ocho personajes. Era también un medio de acabar con la acumulación de agonistas y la espectacularidad propias del teatro popular de la Ilustración. La inclusión de los personajes en las escenas se hace también con especial cuidado de evitar la acumulación. Es, también, consecuencia del respeto a la preceptiva neoclásica que recomienda no incluir más de cuatro personajes en las tablas y evitar que, incluso en esos casos, hablen a la vez más de dos o tres de ellos, "orque en pasando de tres que hablen, es confusión y embarazo para la representación.

Se busca la claridad que permita conocer más a los agonistas y facilite la transmisión de una enseñanza concreta. Tan solo en momentos especialmente relevantes del argumento, y con el fin de destacarlos por contraste con la situación general, se rompe esta tendencia y se tiende a la acumulación. Tal acontece, especialmente, en el desenlace de la pieza.

En la acotación inicial se presenta el espacio único en que se va a desarrollar la obra:
La coincidencia de todos los personajes en un mismo sitio es un poco forzada. Su razón de ser está en que, de no cumplirse, el espectador observaría que los personajes viajan en el espacio mientras él mismo y los actores permanecen fijos, y se quebraría la ilusión.
En cuanto al tiempo, la acción empieza a las siete de la tarde y acaba a las cinco de la mañana siguiente.

Sigue la obra, en tres actos, que a su vez se distribuyen en escenas, que cambian en función de la entrada y salida de personajes.